(SALAMANCA)
Ciudad Rodrigo nos muestra en esta perspectiva aérea toda la belleza de su recinto monumental amurallado. En primer término, a la izquierda, la catedral. En otro extremo junto al río, el actual Parador, antiguo Palacio de Enrique II.
Excepcional plaza fuerte en la raya del Portugal
Es una de las plazas fuertes más importantes de España, entre cuyos muros ha
transcurrido más historia.
Situada al
sudoeste de la provincia de Salamanca, a orillas del Agueda y con fácil salida
al Duero, muy cerca de la raya con Portugal, actúa como defensa de la vía
natural que lleva desde la orilla del mar hasta el centro de la Península.
A esta antigua misión castrense, Ciudad Rodrigo une su riqueza monumental y
artística, que la convierten en un conjunto urbano excepcional.
original esquinazo blasonado
En este
sentido escribió el canónigo mirobrigense Máximo Martín; “La población, formada
por dos arrabales y el recinto amurallado, es interesantísima aun para el más
profano en arte. Estrechas y zigzagueantes calles de fuerte militar transcurren
a las puertas y revellines de las murallas, plazas y campos, como las denomina
el pueblo.
El
ambiente todo recuerda la organización urbana de tipo de la ciudad medieval.
Con antecedentes en la civilización megalítica, Ciudad Rodrigo desciende directamente de la Miróbriga Vettonum, antiquísimo castro de la tribu celtíbera de los vetones, del que subsiste, como todo un símbolo, un verraco céltico junto al castillo parador.
Más tarde
fue ocupada a sangre y fuego por Julio César y experimentó un profundo proceso
de romanización del que se conservan abundantes testimonios arqueológicos, entre
ellos las tres célebres columnas conmemorativas, emblema de la ciudad, colocadas
en la actualidad a la entrada de la misma.
casa solariega de los Águila. Su construcción se inició hacia 1545
Tras
siglos de anonimato y luchas, fue finalmente reedificada y repoblada hacia 1100
por Alfonso VI junto con el conde Rodrigo González Girón, casado con doña
Sancha, la hija bastarda de aquél al que debe su nombre actual.
Fernando
II le restituyó la sede episcopal, que sigue conservando. Luego, la relación de
sitios, batallas, luchas e intrigas con moros, castellanos, portugueses,
ingleses y franceses se hace interminable. Durante la guerra de la Independencia
fue sitiada y tomada por los franceses; la liberó el duque de Wellington (1812),
quien más tarde recibiría el título de duque de Ciudad Rodrigo.
Los
orígenes del recinto amurallado son romanos, aunque la mayor parte del actual,
con numerosas reconstrucciones y restauraciones, data del reinado de Fernando II.
De
sus antiguos accesos se conserva la puerta del sol, de doble arco agudo, con un
callejón abovedado de mayor antigüedad.
Más modernas son las puertas del Conde, Amayuelas, Sancti Spíritus, la Colada, Santiago, el Alcázar, Santa Cruz, Nueva y postigo de San Pelayo.
En el
costado meridional de la cerca, sobre un talud que domina el cauce del Agueda y
el gran puente que lo cabalga, se alza el castillo que mandara levantar en 1372
Enrique II, convertido hoy en parador nacional, en el que destaca su maciza
torre del homenaje, de dos cuerpos.
palacio de amayuelas, pertenece a la poderosa familia de los Manrique de lara
De entre
sus monumentos religiosos hay que destacar la catedral románica de Santa María,
construida entre los siglos XII y XVI y completa por un bello claustro gótico;
la iglesia románico mudéjar de San Pedro; el convento renacentista de San
Agustín; la capilla del cardenal Pacheco, soberbio conjunto barroco; la
parroquia de San Andrés, con portada románica y la iglesia de las franciscanas
descalzas.
Y entre
los civiles son muy notables el Ayuntamiento, construcción renacentista con
blasones imperial y de la ciudad; la Casa de los Castro o palacio de los condes
de Montarco (siglo XV); la casa de los Águila; el palacio de los condes de Alba
de Yeltes; la casa de los Cueto; el palacio del Príncipe; la casa de los Cuernos
y la de los Miranda.
Entre sus
hijos ilustres brillan dos nombres; Francisco Montejo, conquistador de Yucatán y
Cozumel, y Cristóbal de Castillejo, poeta renacentista, defensor de la métrica
castellana frente a las innovaciones italianizantes.
No pueden dejar de mencionarse la importancia de las antiguas ferias y mercados de Ciudad Rodrigo y sus famosísimos carnavales, que datan del siglo XI, en los que se celebran los primeros festejos taurinos del año, precedidos por típicos encierros; el reloj del Ayuntamiento avisa con un toque de campana la proximidad del ganado conducido por caballistas.
Entre la
artesanía típica de Ciudad Rodrigo destaca la filigrana charra en oro y plata.
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