FUENTERRABIA

(GUIPUZCOA)

 

PANORÁMICA DE FUENTERRABÍA (HONDADRRIBÍA)

 

Nobles piedras cargadas de historia, en el linde con Francia

Fuenterrabía es la villa histórica, conjunto monumental, ambiente marinero, playa limpia, paraíso de pintores, saludable rincón para olvidar codiciosas urgencias.

El nombre de Hondarribia, con el que se cita ya en empolvados documentos, es un antiguo topónimo vascuence cuya etimología significa vado de arena.
 

Asentada en el extremo más nororiental de la Península Ibérica, en las estribaciones del monte Jaizkibel, presencia absorta el abrazo del fronterizo río Bidasoa, todavía salmonero, con el felón Cantábrico.
 

 

 

 

 

 

estas casas encuadran la plaza del vicario

 

Se barajan hipótesis que suponen a las huestes romanas avecindadas en Fuenterrabía, con el fin de utilizar la bahía de Asturiaga para el embarque del mineral de hierro, plomo y blenda arrancado al vientre telúrico en las cercanas minas de Arditurri (Valle de Oyarzun).
 

En 1203, Alfonso VIII concede la carta puebla fundacional a Fuenterrabía. Al monarca castellano le urgía poblar esta estratégica cuña de Guipúzcoa para controlar la salida a Francia, lo mismo que había sucedido anteriormente cuando la villa pertenecía a la corona de Navarra.
 

Enrique II emprendió la construcción de las murallas, al cobijo de las cuales los ondarribitarras padecieron penosos sitios. Todavía quedan en pie lienzos de muralla, baluartes, cubos y accesos de esta obra de arquitectura militar, catalogada como una de las mejores de Europa.

 


 

curiosas casas de pescadores de la calle san pedro

 

Si se accede al burgo antiguo por la puerta ojival de Santa María, se podrán recorrer las encantadoras arterias Mayor, Pampinot, Tiendas, San Nicolás y la Plaza de Armas, que guardan, cual preciadas reliquias marcadas por el salitre, los próceres edificios de la ciudad; la barroca Casa Consistorial con fachada de sillería ornada de monumentales escudos y buenos herrajes en balconada; la casa de Torrealta; la de Casadevante, de estilo renacimiento y espléndido zaguán, en la que se firmaron las negociaciones de paz con los franceses en 1638; la casa-fuerte de Echeveste, donde vino al mundo el arzobispo Rojas Sandoval, construida aprovechando la muralla a modo de barbacana.

 

 

 

 

 

 

 

 

calle norte adoquinada, desciende al bidasoa

 

En la plaza de Armas existía un castillo mandado levantar por Sancho de Navarra, que los Reyes Católicos reformaron e incorporaron al sistema defensivo de la villa; en él se alojó Carlos V en el año 1539, por lo que recibo el nombre de castillo del Emperador (hoy Parador Nacional).
 

En el ámbito de la arquitectura religiosa, la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción y del Manzano corresponde al intitulado gótico vasco (siglo XVI), maridaje entre el gótico y el renacimiento. Su torre campanario es barroca.
 

Resulta muy típico el siempre animado barrio extramural de la Marina, de casitas desiguales provistas de tejado a dos vertientes, amplios aleros y balcones de madera, pintados con primor, y explosivamente floridos. Son viviendas de los bravos arrantzales, miembros de una institución social antiquísima, la cofradía de Mareantes de San Pedro, fundada en 1361.
 

 

 

puerta de santa maría, practicada en la muralla

 

El centenar de barcos de bajura, merluceros y frágiles txalupas, fondeados en el estuario del Bidasoa, ofrecen una bellísima estampa captada por consagrados paisajistas.
 

En la margen opuesta, el blanco caserío hendayés se recorta contra el verdor de las suaves colinas.
 

En la desembocadura del famoso río, testigo de las nupcias de Luis XIV de Francia con la infanta española María teresa, se extienden la playa, el puerto deportivo, el puerto pesquero y el castillo de San Telmo, de finales de siglo XVI, popularmente conocido por castillo del Pirata.
 

Fuenterrabía conserva sus tradiciones; la fiesta de la Kutxa el 25 de julio y el vistoso alarde cívico religioso militar en gratitud a la Virgen de Guadalupe (8 de septiembre) por el fin del asedio que sufrió la población en 1638.

 

 

 

 

plaza del obispo

 

El entonces alcalde Domingo de Eguía lo describió de forma original en misiva dirigida a su esposa ausente; “Como no sabes de guerra, te diré que el ejército enemigo se dividió en cuatro partes; una huyó, otra matamos, otra prendimos y otra se ahogó. Quédate con Dios que yo cenaré hoy en Fuenterrabía”.

 

calle carnicería, arteria del burgo antiguo

 

EL PATRIARCAL CASERIO VASCO

El caserío es una vivienda aislada en el campo, donde habita una familia dedicada a la explotación agrícola y ganadera; en ocasiones alberga a varias ramas de una misma, que conviven en un régimen patriarcal, como es tradicional en el País Vasco.
Como consecuencia del clima y el régimen de lluvias frecuentes, el caserío se concentra en planta rectangular, bajo una amplía cubierta a dos aguas con caballete perpendicular a la fachada, orientada al mediodía o al saliente. Ésta cubierta tiene poca pendiente, pues las nevadas son escasas; en cambio, se consideran funcionalmente imprescindibles los grandes aleros en los tejados.

La distribución interior está organizada en tres crujías, paralelas a la fachada. El acceso, por la fachada sur, comprende un porche con amplio hueco de embocadura, guarnecido con arcos de piedra o dinteles de madera, apeados, cuando son grandes, por soportes de piedra o de madera. En este porche se guardan los aperos de labranza y transcurre gran parte de la vida cotidiana.
En la primera crujía de fachada está la cocina, pieza principal, con su tradicional fogón de hogar bajo, todavía no desaparecido, alimentado con leña de roble o haya y cubierto por amplia campana que tiene en su borde vasares con piezas de cerámica y de cobre. Alrededor del hogar se disppo0nen bancos de respaldo alto con tablero abatible a modo de mesa y aparadores de roble.
El caserío, salvo excepciones, es de dos plantas; en la superior están los dormitorios y, en el centro, la sala, pieza de respeto para los acontecimientos familiares.
 

En la segunda crujía suele haber un corredor que separa a la tercera, más amplia, destinada a los establos. Algunas veces se adosan los pesebres a la pared del corredor, para poder alimentar al ganado desde ventanillos abiertos en ésta.
Encima de los establos están el henil y los desvanes para almacén de productos agrícolas, que a veces tienen un hueco o balcón corrido en la fachada sur, protegido por el gran alero.
La construcción es muy sólida y está resuelta a base de piedra y madera. En la planta baja se emplea mampostería sabiamente concertada de piedra caliza o pizarrosa, con esquinas, portadas, embocaduras y guarniciones de huecos aparejados con grandes sillares de labra fina; los entrepaños de pared, en los que quedan aparentes algunas piedras que sobresalen, están revocados y encalados. En las plantas superiores son tradicionales las estructuras entramadas de madera vista, con elementos verticales, horizontales e inclinados y, a veces, hasta curvos. Los cuarteles del entramado suelen rellenarse cono fábrica de ladrillo.

 

PINCHA EN LA FLECHA PARA VOLVER ATRÁS