PEDRAZA

 

(SEGOVIA)

 

VISTA PANORÁMICA DE PEDRAZA

 

 

Su plaza Mayor compendia la belleza y carácter de la población

Pedraza es siempre un descubrimiento, incluso para el que ya la conoce.

 

Esta acrópolis castellana se encuentra en la vertiente septentrional de la sierra de Guadarrama, encaramada sobre un agreste peñón delimitado por los barrancos que han excavado los arroyos de los Batanes y San Miguel, que, poco más adelante, se unen al río Cega.
 

 En sus inmediaciones hay abundantes restos de una antiquísima ocupación prehistórica en las cuevas de La Griega, de Antonio López y de la Puerta de la Villa.
 

 

 

 

ASPECTO DE LA SOBERBIA PLAZA MAYOR

 

La tradición asegura su origen romano y, aunque en la villa no han aparecido restos que justifiquen tal hipótesis, si los hay, y abundantes, en las cercanas Vegas de Pedraza, junto a la ermita románica de Nuestra Señora de las Vegas, en el término de Requijada.
Existe una posible vinculación entre esta iglesia y la leyenda de los Siete Infantes de Lara.

También la leyenda y la Crónica General de España, escrita en tiempos Alfonso X el Sabio, citan a Trajano como nacido en Pedraza, aunque la más autorizada historiografía sitúe su nacimiento en Itálica.

Lo que sí es seguro es que fue reconquistada y repoblada en los siglos X y XI (antes que Segovia) y que en el XII, al constituirse en cabecera de una de esas comunidades de Villa y Tierra, tan típicamente segovianas, se alzó su circuito amurallado, que en gran parte aún se conserva, su castillo, las iglesias de San Juan y de Santa María y algunas ermitas situadas extramuros.

 

 

 

SOBRE EL TEJADO DEL AYUNTAMIENTO SE ALZA EL CONJUNTO DEL RELOJ

 

Pero su mayor esplendor lo alcanza durante los siglos XVII y XVIII, coincidiendo con el mayor auge de la ganadería de las merinas, cuando trashumaban y retornar, bien entrada la primavera, a estos pastor serranos, a cuyos ricos propietarios correspondían las mansiones señoriales que aún salpican toda la villa.
 

Con su decadencia se inicia la de Pedraza, que queda como congelada en el tiempo.
 

Estas casonas hidalgas, que dan carácter a Pedraza, son descritas así por el marqués de Lozoya.

“Dos plantas sin las galerías superiores que en Segovia servían de secaderos de paños; organización maciza, sin patio, como en las casonas del norte de España; alero muy saliente para resguardar los huecos de la lluvia y de la nieve.

 

 

 

 

UNA DE LAS PUERTAS DE LA ANTIGUA CÁRCEL

 

Alguna vez entra en el zaguán a través de un arco de medio punto con grandes dovelas, pero predomina el tipo de ingreso adintelado, más o menos rico, y a veces con ménsulas esculpidas para sostener el dintel. Tendidas de yeso, las paredes se adornan con un esgrafiado popular de gran efecto…
 

Se entra en Pedraza por la medieval puerta de la Villa, único lugar en que lo permite la muralla, sobre la que se alzó, formando un evocador rincón de origen morisco, el edificio de la cárcel, reformado en el siglo XVI por el condestable Fernández de Velasco.
 

En su interior puede el visitante imaginarse una prisión de la época: cuerpo de guardia, grilletes, cepos.

De este rincón arranca la calle Real, de increíble escenografía y sin un metro de desperdicio.

 

 

 

 

 

OTRA DE LAS PUERTAS DE LA CÁRCEL

 

Se suceden las casonas; la de Zamarriego (1674), la casa de Pilatos, con pintoresco balcón esquinado, la de los marqueses de la Floresta, y otras menos linajudas pero igualmente atractivas; muchas de estas mansiones, convenientemente reformadas, sirven de descanso para fines de semana y vacaciones a los ciudadanos de las grandes urbes.
 

Al final se desemboca en la insuperable plaza Mayor prácticamente rodeada de soportales de todos los tipos, en general sobre pilastras y columnas de piedra, algunas rematadas por blasones, y en bastantes casos con una segunda planta que se abre a través de galería porticada.

A la plaza dan el Ayuntamiento, el mesón, la iglesia parroquial de San Juan, con esbeltísima y elevada torre románica y dos cuerpos de arcadas de medio punto, la farmacia blasonada y otras edificaciones de gran carácter.
 

Haciendo esquina con la calle Real, un taller de objetos de estaño.

 

 

 

 

PASADIZO BAJO LOS SOPORTALES DEL AYUNTAMIENTO

 

Para no perderse ninguno de los festejos taurinos que se celebraban en la plaza, un vecino ilustre, don Juan Pérez de la Torre, se construyó un balcón, el llamado Balcón verde, junto al muro de la iglesia, al que puso su nombre y apellidos.

Cada punto de observación brinda una perspectiva diferente de este impar conjunto.
 

Una vez en la plaza sería imperdonable no cumplir con el rito de visitar una de las tabernas más gloriosas de este país.

 

Situada en los bajos del que fue palacio de Miranda y Contreras, a ella se va a ver, tanto como a beber.

 

Decorada desde tiempos lejanos con maderas oscuras, casi negras, en las que destaca el tachonado de un bronce claro, hay infinidad y variedad de botellas antiguas y modernas, potes, jarros, jarras, porrones, cuadros, grabados, relojes…, el conjunto es algo indescriptible y tan digno de admiración como un retablo renacentista.
 

  

 

TORRE ROMÁNICA DE LA PARROQUIA DE SAN JUAN

 

              CASA CON REVOCO DE ESGRAFIADO. COLUMNAS DESIGUALES                                                                                          

 

 

Al salir de tan ilustre taberna, no tarda en encontrarse, el viajero con una monumental olma, una de esas olmas centenarias que presiden los pueblos castellanos y a cuya sombra se celebraba la feria de ganado.

Desde allí, por una calle de buena rejería, se llega hasta la rotunda mole del castillo, reedificado en el siglo XVI por el Condestable de Castilla sobre los restos de otro románico; en él albergaron, durante cinco meses de su cautiverio (1529), los hijos de Francisco I de Francia, el delfín Francisco y su hermano el duque de Orleáns, más tarde Enrique II.

En el siglo XIX fue adquirido por el pintor Zuloaga.

Hay que destacar la imponente clavazón de su puerta principal, el foso, la torre del homenaje y un aljibe con el escudo de los García Herrera, primeros señores del castillo.
 

 

 

 

 

TERCERA PLANTA DE UNA VIVIENDA DE LA CALLE REAL

 

En la calle de Santo Domingo, en la antigua casa de la Inquisición, se ha instalado una Hostería Nacional.

 

EL ESGRAFIADO SEGOVIANO

El esgrafiado en las fachadas de las casas es un tipo especial de revoco que, con carácter ornamental, se emplea tradicionalmente en toda la provincia de Segovia, desde la capital a los núcleos más pequeños.
El desarrollo de esta técnica con relación a las construcciones populares podemos admirarlo en el magnífico conjunto de Pedraza. Las casas, de una o dos plantas, muros de piedra con pocos huecos y cubiertas de teja curva con una sola capa a canal, son la respuesta al riguroso clima y a la precaria economía de medios y materiales.

El revoco surge como necesidad funcional de estos cerramientos, para impedir el paso del agua en una mampostería en seco o recibida con barro. Inicialmente, se limita a las juntas de las piedras o mampuestos; más tarde introduce motivos decorativos aislados, hasta extenderse, con trabajos más complejos, a la totalidad de la fachada.
Los dibujos esgrafiados se remontan al siglo XV. Pese a su enorme variedad, en todos ellos se observa la influencia árabe; diseños geométricos repetitivos con distinción de relieves y colores.
El proceso de ejecución del esgrafiado es el siguiente; sobre la cara irregular de los muros de piedra se dispone una primera capa de enfoscado para cubrir las imperfecciones y dejar una superficie lisa; a continuación se aplican dos capas de mortero, más tosca la inferior y fina de cal la superior, que con frecuencia son de diferentes colores o tonalidades.

El molde del dibujo que se pretende realizar, generalmente de hojalata o material que se puede cortar y perforar fácilmente, se adosa a los parámetros; se introduce un punzón llamado grafio por las partes recortadas y se levanta la capa superior del revoco hasta dejar vista la inferior. La operación se repite tantas veces como sea necesario, hasta completar la fachada. Una fase de acabado permite finalmente alisar y retocar todas las superficies y cantos rehundidos.
Como vemos, esta técnica obliga a la repetición de un módulo base que corresponde al molde, aunque a menudo, en un alarde de imaginación, se juega con moldes distintos, bien para combinar dibujos complementarios o formar líneas y cenefas que permiten recercar huecos, resaltar esquinas o subdividir muros.
La sencillez de realización de los moldes y sus múltiples combinaciones permiten comprender la profusión y riqueza de dibujos existentes.

Superada la necesidad básica de protección contra la humedad y la lluvia, el esgrafiado representa tanto un deseo de embellecimiento externo del edificio como una manifestación de personalidad. Estas creaciones anónimas, intuitivas y originales, cobran su plena validez, como un todo unitario, en el contexto de la edificación y estructura ambiental.
Este revoco de esgrafiado o aplantillado, que tanto recuerda las decoraciones mudéjares e islámicas, con reminiscencias góticas, es empleado con profusión en las tierras segovianas, tanto en las casas de la nobleza como en las humildes viviendas populares.

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