SOS DEL REY CATOLICO

 

(ZARAGOZA)

 

panorámica de sos del rey católico

 

 

Espléndido conjunto medieval en el famoso Campo del Real

“Nos, nacimos en la dicha villa de Sos, la cual por la dicha de nuestra natividad tenemos en especial amor, más que a otra de este reino”.
 

En estos términos manifestaba su predilección por la villa Fernando el Católico, cuando sólo era un príncipe de apenas dieciséis años.

Sos, en justa correspondencia, solicitó y obtuvo (1924) llamarse en adelante Sos del Rey Católico.
 

 

 

 

 

 

 

una arcada de la plaza del ayuntamiento

 

Es una villa medieval que conserva todo su sabor; un espléndido conjunto que agrupa armónicamente murallas, castillos, calles, casas populares y señoriales, iglesias, ermitas…
 

En el garaje en que se encuentra se han descubierto abundantes restos neolíticos, junto a la carretera de Navardún, y en Sofuentes se conservan algunos tramos de la calzada romana de Caesaraugusta a Iruña.

El lugar fue repoblado en 908 por Sancho Abarca y en los siglos X y XI fue una de las plazas fortificadas más importantes de la frontera; desaparecido el peligro musulmán, se convirtió en las más populosa de las Cinco Villas de Aragón, alineadas frente a la frontera con el reino de Navarra, con el que no faltaron fricciones.

 

 

 

 

 

vista desde el castillo de las torres de san martin

 

Felipe V la pondría más tarde a la cabeza de las cinco villas en recompensa por su fidelidad; durante la guerra de la Independencia sería sitiada infructuosamente por Espoz y Mina y sufriría los consabidos incendios y saqueos por parte de la francesada.
 

En las e4stribaciones prepirenaicas de la sierra de la Peña, la villa ocupa la parte más elevada de una pendiente y alargada loma, que se alza sobre el barranco de Valmediana y el valle del río Onsella.

 

Domina el famoso Campo del Real, largamente disputado a los navarros hasta que el rey aragonés Pedro I lo incorporó a Sos 1363.

 

 

 

 

 

fachada renacentista del ayuntamiento

 

Está completamente rodeada por una cerca amurallada románico-gótica, empezada a construir en 1137 a base de buenos sillares de arenisca, cuyo trazado puede observarse bastante bien, pese a que muchos de sus lienzos se confunden con las casas que se le adosaron intramuros.

 

En su perímetro se conservan carias torres y puertas, la mayoría restauradas recientemente, tales como la torre de la Fuente Alta o de la Reina (alude al hecho de que por ella entró en la villa la reina doña Juana Enríquez, procedente de Sangüesa, como canta el romance: “entre nobles caballeros y una escolta desigual, viene la real Señora, que pronto madre será”).

 

 

 

 

 

paso abovedado que comunica la calle de fernando el católico y la iglesia de san esteban

 

Se trata en realidad de una torre-puerta, como lo son las llamadas de Jaca y de Nador; la más notable es la de Zaragoza, flanqueada por dos torreones y sobre cuyo arco apuntado hay un esbelto ajimez gótico y una galería.
 

Otras puertas dignas de mención son la del Mudo, defendida por un torreón, y las del Uncastillo y de Bueno.
En la parte más alta de la loma destacan dos promontorios rocosos.
 

En el más meridional se alza el palacio de Sada (siglos XVI – XVII), edificado sobre otro más antiguo, probablemente del siglo XIII, en una de cuyas estancias la reina doña Juana Enríquez dio a luz un 10 de marzo de 1452 al que sería Fernando el Católico.

 

 

 

 

 

atrio y portada románica iglesia de san esteban

 

El cronista Argensola, refiriéndose a este acontecimiento, escribe: “Mereció ser casa genial, en dicho punto, la de los Sada, hidalgos honrados, a quien el rey don Juan y la reina su mujer favorecían alojándose en ella cuando las ocasiones de la guerra, con que allanaron Navarra, les obligaba a

pasar por aquella frontera”.
 

Restaurado en 1957, su remate almenado le da un cierto aire de fortaleza; en su fachada principal se abre una gran portada dovelada y ventanales adintelados con molduras renacentistas.

En su interior se ha habilitado un pequeño museo de recuerdos fernandinos y se conserva una iglesita del siglo XIII dedicada a San Martín de Tours, en cuyo testero hay restos de pinturas murales góticas de la primera mitad del siglo XIV.
 

 

 

 

 

barrio de san martin desde la plaza del ayuntamiento

 

En el otro promontorio, llamado Peña Feliciana, edificó Ramiro II en 1134 el castillo que aún se conserva.

Consta de un pequeño recinto amurallado y una esbelta torre del homenaje, de planta cuadrada. Al pie del castillo, al sudeste de dicha peña, se edificó una iglesia, la actual parroquia de San Esteban, a la que se llega por una pintoresca galería abovedada con grandes arcadas de medio punto.

En su cripta del siglo XI pueden admirarse una interesante imagen románica de la Virgen del Perdón y unas magníficas pinturas murales del siglo XIV.

La iglesia superior es también románica, aunque reformada en el siglo XVI, y su mayor notabilidad es la bella portada septentrional, bajo gran porche de bóveda de crucería, cuya decoración escultórica recuerda la de Santa María la Real de Sangüesa.

Desde el atrio se disfruta de una excepcional panorámica: el valle de Onsella, el campo del Real y, como fondo, el Pirineo.
 

Al salir de este templo se enfila la calle Mayor – hoy de Fernando el Católico -, en la que se alzan, como en el resto de las vías urbanas, pintorescas construcciones netamente prepirenáicas; ventanas pequeñas, conformadas mediante cuatro o seis grandes sillares; grandes puertas doveladas, ojivales o de arco de medio punto; balcones, casi siempre repletos de flores; aleros de grandes proporciones y cubiertas de teja árabe de un color parduzco.

No escasean las mansiones hidalgas con buenas fachadas, como la de Santángel (donde vivió Luis de Santángel, de familia judía, escribano de ración – alto cargo financiero – de los Reyes Católicos; fue amigo de Colón y persuadió a Isabel para que apoyara la empresa del Descubrimiento, adelantando el mismo los fondos necesarios); la del colegio de las Hijas de la Caridad o la del actual convento de carmelitas, antiguo palacio aragonés del siglo XVI.

Gran sabor tiene la plaza, con sus escenográficas arcadas en uno de los costados y las magníficas portadas renacentistas de la Casa Consistorial y de los escolapios en los otros dos.

 

 

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